Los intolerantes

Tomado de La Silla Vacía

Desde hace varios años percibo que estoy rodeado de más y más intolerantes. Gente intolerante siempre ha habido y habrá. Pero no eran tan numerosos y, como se consideraba que ese rasgo de personalidad era negativo, los intolerantes intentaban disimularlo.

Nada de eso es cierto hoy en día. Proliferan en todos los campos los poseedores de la verdad absoluta que, además, desprecian de forma abierta a todos aquellos que no piensan como ellos.

La cima de la intolerancia la tienen los ambientalistas y asimilados. Buen reflejo de esta actitud la refleja la concejal verde de Bogotá que, en una entrevista, no pudo responder si prefería salvar a una persona o una cucaracha. Los ambientalistas desprecian a sus congéneres causantes de destruir el planeta.

No les importan las consecuencias de sus opciones. Como existen seres inconscientes que comen carne, existen vacas y por lo tanto gas metano. Cada vez que alguien come un pedazo de carne está amenazando los glaciares del Himalaya.

Que millones de personas sobrevivan de la ganadería, de la industria del plástico, del transporte, el sector automotor o de cualquier actividad que pueda dejar un “rastro ambiental” no tiene la menor importancia. Cuando alguien pregunta si han considerado el impacto social de muchas de sus opciones, la respuesta es agresiva y despectiva.

Grandes intolerantes son los radicales de la laicidad. Si alguien tiene convicciones religiosas cristianas, es un pobre impedido mental manipulado por los curas. Los mismos laicos extremos son admirativos del hinduismo, budismo, sintoísmo y cualquier forma de animismo o brujería que consideran muy superiores al obtuso monoteísmo.

Intolerantes mayores son los “pobresistas”, los que desde la comodidad de su vida burguesa hablan y pontifican sobre las necesidades e injusticias que enfrentan las clases más desfavorecidas. Ellos, que nunca han sufrido privaciones, son los grandes expertos de las causas de la pobreza y señalan, con dedo acusador, a todos los demás por su insensibilidad social.

Otros intolerantes son los “pazólogos”, que en Colombia proliferan. Aquellos para los cuales el Acuerdo de Paz es una obra maestra y perfecta de equilibrio. Nada puede tocar ese monumento creado por las mentes brillantes de De la Calle y Timochenko. Justicia, víctimas, economía, moral, ética deben ser sacrificadas en el altar del “mejor acuerdo de paz del planeta”.

Muchos intolerantes se encuentran en las minorías que, por diversas causas, son beligerantes y radicales. Encerrados en su visión reducida y purista de la humanidad, rechazan con violencia a todos aquellos que no forman parte de su secta.

Por lo general, se cree que los intolerantes son gente de derecha mientras los de izquierdas son abiertos y respetuosos. Hay intolerantes en todos los bandos ideológicos. Lo cierto es que populismo e intolerancia van de la mano.

Mi profesor de filosofía del colegio me enseñó los peligros del maniqueísmo, doctrina del Manes de Persia, que ya en el siglo III d.C, dividía todos los temas entre el Bien y el Mal. Los intolerantes son siempre maniqueos, que se creen superiores y poseedores de la verdad absoluta. Me aburren e intento evitar esas personas.

Miguel Gómez Martínez
Presidente de Fasecolda.
migomahu@hotmail.com

 

 

 

 

Tomado de: Portafolio «Los intolerantes» Miguel Gómez Martínez (25 de Agosto del 2020) Recuperado de: https://www.portafolio.co/opinion/miguel-gomez-martinez/los-intolerantes-miguel-gomez-martinez-543986