Ante la evidencia de las cifras es difícil que hasta los opositores más recalcitrantes desconozcan el peso que la minería tiene en el desarrollo del país y en el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes.
Hoy, $ 15,6 billones (1,6%) del producto interno bruto (PIB) provienen del sector minero, y sube a 66,7 billones (6,7 %) si se le suma el energético. El 25,2 % de los ingresos de la nación y 42 % de las exportaciones provienen del sector minero-energético.
“Si yo quiero estabilidad macroeconómica, minería e hidrocarburos sumados hacen parte de la gran estabilidad económica del país”, señala Jaime Concha, vicepresidente de Hidrocarburos de la Asociación Nacional de Industriales (Andi).
De hecho, durante la pandemia de covid-19 que paralizó el país, el sector fue clave. “El primer salvavidas que sacamos durante la pandemia fueron las regalías, para este año y el siguiente se prevén 17,3 billones de pesos en regalías para ayudar a esta reactivación”, advierte Concha.
Para estar encerrados, como ocurrió en 2020, se necesitaban hidrocarburos, gas, minería, combustible para las ambulancias, para moverse, materias primas para industrias como los alimentos, para salud; la misma construcción, que fue la primera en reactivarse.
En la actividad minera hablamos de hierro, carbón, coque, oro, plata, esmeraldas, platino, cobre, aluminio, níquel y muchos más metales ferrosos y preciosos, pero también de cemento, cal, rocas y otros minerales industriales. El campo de la transformación de productos derivados de la minería es amplio.
Hay proyectos que no podrían ser competitivos sin la minería: carreteras, producción, construcción, edificaciones, sustancias químicas, abonos, ganaderías, azúcar, alojamiento y servicios.
La actividad minera está inmersa de diversas formas en la economía y tiene impacto en las regiones por los negocios y encadenamientos que genera.
“Muchos productos de minería tienen que ver con energía y carbón, con casi todos los eslabones de la economía del país y son materia prima para muchas industrias: agroquímicos, metalmecánico, materiales de construcción, cerámica, ladrillo, infraestructura, todos dependen de la minería”, explica María Cristina Lara, directora de la Andi Tolima.
Como ejemplo del peso que la minería tiene en la economía, Silvana Habib Daza, vicepresidenta de Operación y Sostenibilidad de Petróleo y Gas de la Asociación Colombiana del Petróleo, señala el caso del Cesar, que con La Guajira exportan carbón térmico de elevada calidad para los mercados europeos. “Por lo que produce el Cesar, uno podría decir que contribuye al desarrollo económico del país y que es un jugador clave de la economía”, señala.
Ante el déficit fiscal nacional, las regalías han sido una herramienta para invertir en las regiones. Solo en el Cesar hay que atribuirles la construcción de vías terciarias, colegios y hospitales departamentales, el estadio y el coliseo cubierto de Valledupar, escenarios deportivos, las vías municipales, recuerda Alfredo Coronado Daza, que ha trabajado 33 años en el sector de la minería e hidrocarburos y conoce de cerca su impacto, sobre todo en ese departamento.
Recientemente, el Gobierno tramitó una reforma de la distribución del Sistema General de Regalías que aumentó del 11 al 25 % el porcentaje de asignación de recursos a las regiones. Para el periodo 2020-2021 la asignación es de 15,7 billones de pesos, el equivalente a los ingresos que dejará la reforma tributaria recién aprobada en el Congreso.
“Habrá más recursos para las regiones productoras de minerales e hidrocarburos, para los municipios más pobres; y por primera vez se destinarán regalías para la protección del medioambiente con un 5 % para la conservación de áreas estratégicas y la lucha contra la deforestación”, dijo el ministro de Minas y Energía, Diego Mesa, tras la aprobación.
Sin embargo, no son pocas las polémicas y los debates que surgen en torno a los proyectos que muchas veces paralizan su realización temporal o definitiva y que tienen una característica en común: falta de información.
Pedro Marín, exalcalde de Cajamarca, donde una consulta popular en 2017 frenó un proyecto de explotación de oro considerado entre los 10 más grandes del mundo, advierte que los proyectos mineros no se pueden rechazar sin información, porque se pierden oportunidades de inversión y mejoramiento de las condiciones de vida de los municipios.
“Si no nos damos la oportunidad de entender y de saber cómo se va a desarrollar un proyecto de estos, cómo cambiará nuestro municipio, cuál impacto generará en todos los sentidos, en todos los ejes, en el ambiental, en el económico, en el social, no vamos a tomar buenas decisiones”, explicó el exalcalde Marín.
De otro lado, Cesar es el departamento que más se ha beneficiado de la minería en el país.
Según Juan Camilo Nariño, presidente de la Asociación Colombiana de Minería (ACM), “en regalías, el 49 % del total de asignaciones directas se han destinado al departamento y los municipios productores: La Jagua de Ibirico, Becerril, Agustín Codazzi, Chiriguaná y El Paso, principalmente. 1,2 billones de pesos en los últimos 10 años solo por concepto de las regalías”.
Parte del beneficio que ha recibido este territorio, explica Nariño, se evidencia en la inversión social y ambiental (entre 2018 y 2020) por 638.000 millones de pesos.
Hoy hay mejor información técnica y científica para informar a la comunidad y garantizar que las instituciones definan si un proyecto es viable o no.
“El gran reto es comunicar, entender a la comunidad, escucharla, hacer planes de vida”, advierte Concha.
Mejoró la calidad de vida en el Cesar
Si un departamento puede mostrar evidencias del impacto que la minería tiene en el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes es el Cesar, que produce el 64 % del carbón del país, el segundo producto de exportación después del petróleo.
Por ejemplo, el índice de necesidades básicas insatisfechas (NBI) en la Jagua de Ibirico –municipio del Cesar– pasó del 71,8 al 21,1 % entre 1993 y 2018, con una reducción de 50,1 % en 25 años, justo la etapa en la que la minería se convirtió en eje de la economía en la región.
Antes de los 90, en La Jagua de Ibirico predominaba la agricultura, pero el cambio llegó con la extracción formal de carbón. “Los recursos provenientes de la minería indudablemente han cambiado la situación económica y la calidad de vida de los habitantes”, según el secretario de Planeación, Adalberto Muñoz.
Cuando en un municipio, que depende un 80 % de la minería bajan sus NBI, es porque esta actividad ha tenido mucho que ver.
“Las inversiones hechas en las zonas donde se explota el carbón contribuyen a que estos tengan cada vez menos necesidades básicas insatisfechas. No solo ocurrió en La Jagua de Ibirico. Cuando se inició la operación de carbón en el Cesar, el promedio de NBI en los municipios productores era de 69 %, y en 2018 esta cifra se redujo a 27 %, un dato más que significativo que ocurre por las inversiones locales, la generación de empleo y los encadenamientos”, dijo el presidente de la Asociación Colombiana de Minería (ACM), Juan Camilo Nariño.
Es tal el impacto de la minería en el mejoramiento de la calidad de vida que la salida de Prodeco, por su decisión de devolver sus títulos mineros, no solo afectará 1.300 empleos directos e indirectos, sino que impactará la economía del Cesar. Solo Prodeco aportaba el 40 % del PIB departamental.
Además de las regalías, que fortalecen los presupuestos locales, las mineras aportan a la región a través de la cadena de sectores que se activan con los proyectos y hacen inversiones directas en sus zonas de influencia.
Por ejemplo, en el 2018, Drummond invirtió $ 6.772 millones en más de 30 proyectos desarrollados en los 11 municipios del área de influencia, con beneficio para más de 1,3 millones de personas en Magdalena y Cesar.
El proyecto minero que se frenó en una consulta popular
En marzo del 2017, 6.165 personas, de 16.312 inscritas en el censo electoral de Cajamarca (Tolima), votaron en contra del proyecto La Colosa, que buscaba explotar una mina de oro localizada en la vereda La Luisa, entre el casco urbano del municipio y el alto de La Línea.
De los habilitados para votar, 10.016 se abstuvieron (61,4%), y no son pocos los que hoy se arrepienten de no haber ido a las urnas, pues añoran lo que significó ese proyecto minero.
Los ganadores de la consulta aseguraban que el proyecto minero ponía en riesgo el agua y los recursos naturales de la zona, mientras quienes se abstuvieron señalaban que no se trataba de una consulta ecológica o minera, sino con intereses políticos.
Diez años antes de esa votación, el Gobierno había anunciado el hallazgo de la reserva de oro que estaría entre las 10 más grandes del mundo. El hallazgo fue hecho por la multinacional AngloGold Ashanti, que adelantaba labores de exploración y ya había iniciado la compra de predios y la contratación de personal. El Gobierno dijo en su momento que esa nueva área minera podría duplicar la producción de oro en Colombia y requerir 2.000 millones de dólares en inversiones.
“Para nosotros los cajamarcunos fue un impacto grande y positivo porque no había empleo, y nos dio una opción de trabajo y un buen empleo”, recuerda Darío Téllez, para la época miembro de una asociación de comerciantes, y que trabajó en el área de sistemas de La Colosa.
Unos 300 trabajadores que estaban vinculados en el momento de la consulta fueron indemnizados, pero la expectativa de empleo si el proyecto se mantenía era mayor. La empresa tenía presupuestado generar 2.500 empleos directos y 7.000 indirectos en la etapa de construcción de la mina y 750 directos y 2.000 indirectos durante la operación.
Tomado de: El Tiempo «Empleos y pequeños empresarios, principales afectados por salida de mineras» El Tiempo (22 de septiembre del 2021) Recuperado de: https://www.eltiempo.com/mas-contenido/el-peso-de-la-mineria-en-el-desarrollo-de-los-territorios-en-colombia-619268
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