Con la claridad acerca de que las energías renovables no convencionales deben ser, al igual que en el mundo, la gran apuesta del Grupo Energía Bogotá (GEB) para los próximos años, Juan Ricardo Ortega asumió las riendas de la compañía en este año de pandemia, sobre el que señala que no se verá en los balances financieros, pero sí dejará secuelas en los proyectos que deben generar valor en el futuro.
En diálogo con EL TIEMPO, el directivo recalcó que en la agenda de la transición energética el gas de fuentes no convencionales (fracking) jugará un papel clave, para lo cual el país debe cambiar el discurso y fortalecer la institucionalidad a fin de demostrar que sí se puede hacer, dado que los impactos de la minería ilegal y la cocaína con sus químicos son mucho peores y ‘nadie pareciera verlos’.
¿Cómo ha avanzado el GEB tras la pandemia?
En las empresas de distribución hay unos impactos importantes, pero en todas se ve una reactivación, sobre la que tenemos la angustia de qué va a pasar si las tasas de contagio vuelven a aumentar y hay otro proceso de cuarentenas.
Una realidad del grupo es que estas crisis se han combinado con devaluaciones de las monedas y el tener ingresos en moneda extranjera ha compensado. Desde el resultado financiero, las cosas van a salir como se esperaba e incluso mejor, pero en los subyacentes para el crecimiento de mediano y largo plazo hay incógnitas grandes de qué tanto daño se ha generado en la sociedad. En Perú, las pérdidas por esa baja de la demanda han sido de más de 20 millones de dólares, y en Codensa tampoco es una cifra pequeña.
En el proyecto Colectora, ¿cómo tratan de reponer el tiempo perdido por la pandemia y por las consultas con comunidades?
Estamos acelerando las consultas previas en Colectora, que es de los temas prioritarios. El potencial eólico de La Guajira lo estiman en 15 gigavatios, casi el 50 por ciento de todo lo que tiene el país.
El crecimiento de la energía puede estar en La Guajira si se logra construir un ambiente donde hacer inversiones sea factible, y eso es lo que estamos intentando construir entre todos. Tenemos que hablar con 225 comunidades. Vamos bien con 199, hay algunas con las que hemos tenido mala suerte, otras que pueden tener asesores que no son los más constructivos, pero estamos comprometidos en dialogar con todos y en buscar que La Guajira sea parte de un futuro que se merece.
Pero los generadores ya dieron por descontado que los tiempos se moverán…
Se van a correr, pero estamos haciendo todo para que se corran el mínimo posible, para estar en el año 2023. Es un esfuerzo en el que el grupo está metido de cuerpo y alma, con mucha gente en terreno.
¿La apuesta por energías no convencionales cómo se compagina con la de Enel?
Los dos creemos que el futuro es similar. Creo que ellos reconocen que Bogotá es un aliado muy importante para las empresas. La capacidad de que la ciudad esté alineada con las empresas hace la diferencia para ambas; hay sinergias y negocios potenciales que surgen en la medida en que estemos alineados.
Estamos en una negociación en muy buen tono, difícil como toda negociación, pero estoy confiado en que vamos a lograr un acuerdo pronto y gira en torno a esa visión conjunta.
¿Y la marea jurídica por las fricciones ya bajó?
Cuando uno tiene un matrimonio con muchos hijos, como son los dos millones de clientes en Bogotá, usted puede tomar dos decisiones: o va al divorcio a ver cómo se mata o trata de ver cómo unas segundas nupcias le meten un poquito de romance a la relación.
Soy más hincha del romance que del divorcio doloroso. Estamos en el proceso de vernos, de invitarnos a una copa de vino.
Hay tantas cosas que se pueden hacer bien que para qué hacernos daño. Claramente, para Bogotá y para el GEB, en renovables no convencionales es estratégico formar gente y tener un socio de talla mundial, que innova y que es un líder; es algo que a uno le interesa. Tenemos que fortalecer nuestra capacidad de generar valor y de coordinarnos con la ciudad, y eso se está haciendo para que ellos vean todas las cosas buenas que traen a la mesa Bogotá y sus empresas.
¿Y podrán entrar solos al almacenamiento de energía?
La regulación ha sido bastante inteligente, y lo he visto como una cosa que no es de ninguno de los segmentos. Transmisión puede usarla, distribución puede ofrecer negocios de baterías para reducir picos y generación puede invertir.
Estamos haciendo en Perú unos pilotos interesantes que son una fuente del futuro sobre la cual hay que estar al día. Estamos aprendiendo y apostándole a eso.
Es un paso clave para darles firmeza a las renovables…
Esa es una pregunta en la que creo que aún no está todo definido. En Estados Unidos, unas solares con baterías ya le ganaron licitaciones a gas con ciclo combinado. Veo mucha innovación, y las cosas cambian muy rápido.
La parte de reciclaje de eso va a ser más costosa y difícil de lo que todavía se está notando, y va a ser complejo.
¿Cómo van a trabajar la bidireccionalidad del gasoducto de TGI?
Estamos esperando que la regulación genere los espacios para que las inversiones se puedan dar. Vemos, como Ecopetrol, que el gas no va a desaparecer, y la competitividad del sector transporte va a pasar por gas.
Ahí, la discusión compleja es el lenguaje que se ha manejado frente a los yacimientos no convencionales (fracking) y no poder ver que existen formas serias de hacer explotaciones de estos gases, riquezas enormes que el país tiene enterradas y les generan muchas más oportunidades a la sociedad y a la capacidad de generar divisas cuando el petróleo ve horizontes difíciles. Colombia debería construir un lenguaje y unas instituciones que puedan defender lo ambiental y el agua, sin decir que el gas de yacimientos no convencionales es un absurdo. El impacto en el agua de la minería ilegal, la cocaína y su producción con químicos es infinitamente más grave y como que nadie lo ve.
¿La regasificadora del Pacífico sí está a la agenda?
Claro que sí. Cuanto más bajo sea el precio del gas, ganan el consumidor, la competitividad y la productividad. El problema no es la regasificadora, sino el gasoducto, y estamos supercomprometidos.
Pero el riesgo de que un proyecto se complete en esos territorios es del Estado, de gobernadores, alcaldes, Presidencia y ministros. Se requiere una agenda más elaborada y, si estos riesgos no son tan claros, una empresa no puede enterrar 700 millones de dólares a ver cuándo se resuelven los temas.
¿Qué sigue en Brasil?
Seguimos apostando y vamos a apostar más. En las inversiones, por la decisión de frenar el carbono va a haber mucha plata. Europa calcula 60.000 kilómetros de líneas de transmisión porque los vientos rápidos y el sol no están donde la gente vive.
Se necesitan unas líneas muy importantes, y deberíamos apostar a lo grandes que podríamos ser en el futuro, y tenemos con qué.
Con una visión conjunta podemos utilizar este sector como una gran garrocha y podemos llevar cosas buenas a todo el continente latinoamericano, excepto a Argentina, por razones que no voy a comentar.
Tomado de: El Tiempo «Grupo de energía Bogotá busca un acuerdo con Enel» Omar G. Ahumada R. (6 de diciembre del 2020) Recuperado de: https://www.eltiempo.com/economia/sectores/presidente-de-grupo-de-energia-de-bogota-habla-sobre-posible-acuerdo-con-enel-553234
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