Ellas son la joya de la minería en Colombia

Nubia Galeano desliza el pico de mango corto en su bota de plástico izquierda y enciende su linterna al entrar en un túnel lleno de vapor, uno de los miles que se entrecruzan en la vasta mina de esmeraldas de Coscuez. El corredor se estrecha, y Galeano, ya empapada en sudor, debe arrastrarse. Cuando llega a un espacio tan apretado que su pequeño cuerpo apenas encaja, saca su pico y comienza a cavar. La madre soltera de dos hijos, de 45 años, llena su saco con hasta 18 kilos de tierra y se arrastra hacia atrás hasta que puede levantarse y volver a pie a la superficie.

En el exterior, lava la carga en un arroyo. Acostumbrada a detectar la más pequeña mancha verde, Galeano se da cuenta rápidamente de que ha subido con las manos vacías. Tira el resto de la tierra y se sienta a descansar un poco antes de volver a entrar en la mina. En el transcurso de su turno de ocho horas, Galeano repite su terrible experiencia cinco veces.

Así es más o menos cómo se han descubierto las esmeraldas más grandes y brillantes del mundo, incluso antes de la llegada de los conquistadores españoles, quienes se apoderaron de las minas de los pueblos indígenas hace más de 400 años. Pero los cambios están llegando. Fura Gems Inc., con sede en Dubai y que cotiza en la Bolsa de Valores de Toronto, compró los derechos de minería del depósito Coscuez en 2017 y avanza en la construcción de nuevas instalaciones. Para los trabajadores como Galeano, esos planes prometen un salario digno por primera vez y, junto a ello, seguro de salud subsidiado por la compañía. Pero solo una fracción de los mineros independientes puede esperar uno de estos nuevos trabajos.

Llevar a la industria minera colombiana a la modernidad tiene inconvenientes. La compañía tendrá que operar en un área remota e inhóspita con un clima asfixiante. La región tiene un legado de control por bandas violentas. Por décadas, los cadáveres que flotaban en un río cercano eran un espectáculo común, ya que las familias de la mafia luchaban por el control y ajustaban cuentas.

«Alrededor del 90 por ciento del sector está en manos de empresas privadas, individuos y familias», dice Dev Shetty, director general de Fura Gems. «Queremos hacer las cosas de manera diferente».

Fura Gems promete una ruptura con el pasado y trabaja para ganarse el favor de las aldeas cercanas, ofreciendo contratar a un número sin precedentes de mujeres mineras.

Fotografías: Federico Ríos

La compañía está estableciendo una planta de lavado de gemas dirigida exclusivamente por mujeres, una iniciativa que, según la empresa, nunca se ha realizado antes. Las trabajadoras lavarán las piedras y escogerán las esmeraldas utilizando máquinas mantenidas por mujeres, supervisadas por ingenieras y protegidas por guardias de seguridad femeninas.

Por ahora, la compañía ha contratado a 48 empleadas, 17 por ciento de una fuerza laboral de 288 empleados, y una docena en una pequeña sala de lavado.

Las mujeres, vestidas con overoles naranjas y cascos verdes, trabajan en turnos de ocho horas por un salario de 350 dólares al mes, muy por encima del salario mínimo de 260 dólares en Colombia. Para Isabel Porras, una madre de 45 años de edad, y abuela de una niña, llegar a ese sitio ha sido una bendición.

«Antes, arriesgábamos la vida a diario en los túneles, los conocíamos tan bien que no necesitábamos linternas ni cascos», dice Porras, quien comenzó a minar a los 12 años para ayudar a su madre soltera a criar a sus ocho hermanos. «Es difícil y sufres porque pasas mes tras mes cavando rocas sin resultados. Regresas a casa con las manos vacías y los niños no pueden esperar, necesitan comer».

Las décadas de minería informal y la falta de inversión en exploración y tecnología ya han agotado las esmeraldas más fáciles de obtener. Consideradas como las de más alta calidad del mundo por su brillo, color y pureza, las esmeraldas de Colombia son ahora más difíciles y más costosas de hallar. La producción cayó a 1.9 millones de quilates en 2018, desde un récord de 9.8 millones en 2004, según la Agencia Nacional de Minería de Colombia.

Shetty, anteriormente directivo en Gemfields Group Ltd., lanzó Fura Gems en 2017. Cree que solo el capital extranjero y las normas internacionales de minería pueden devolver la vida al sector.

«No es bueno tener buenos recursos si no puedes extraerlos», dice Shetty. “Las familias mineras colombianas y los propietarios de licencias de minería entienden eso y se dan cuenta de que necesitan capitalizar el negocio y organizar el lugar, de lo contrario, se quedarán atrás».

Shetty no es el único que piensa así. Fura Gems tendrá competencia de Minería Texas Colombia, de EU, que opera una mina de esmeraldas en las cercanías. Y el gobierno colombiano está alentando más inversión extranjera.

Las piedras preciosas de colores, que incluyen esmeraldas, rubíes y zafiros, representan 2 mil 500 millones de dólares del mercado de piedras preciosas de 20 mil millones de dólares, dice Kieron Hodgson, director ejecutivo de investigación minera de Panmure Gordon en Londres. Los diamantes representan más de la mitad del sector, y hay una buena razón para ello.

De Beers, una unidad de Anglo American Plc, transformó para siempre el sector después de que lanzó una campaña de marketing en la década de 1940 que logró que los anillos de diamantes se convirtieran en una ofrenda obligada para pedir matrimonio.

«Nos encanta el modelo de De Beers porque hace años vinieron y organizaron este sector», dice Shetty. «Una vez que hicieron eso, mucha gente entendió cómo hacer dinero con los diamantes».

No hay una sola compañía que controle las gemas de colores, que en su mayoría están en manos de pequeñas empresas privadas y familias. Gemfields, el más grande, controla el 10 por ciento del mercado. Ahora, Fura Gems planea un sistema similar al que se usa para los diamantes, para ordenar las esmeraldas por color y brillo, y asignarles un precio. La compañía planea almacenar gemas colombianas los primeros dos años y luego vender lotes en subastas trimestrales.

El suministro confiable ayudará a estabilizar los precios, mientras que la minería industrial atraerá a más compradores.

«Si un joyero importante fuera a agregar una esmeralda como la piedra central a una colección de novias, deben garantizar que puedan tener cientos de piedras idénticas para que la línea sea un éxito», detalla Hodgson. «Los diseñadores y fabricantes de joyas de piedras preciosas de colores deben tener la máxima confianza de que las minas pueden satisfacer la demanda prevista de las cualidades específicas de los productos que desean, de la misma manera que tienen la confianza de que De Beers siempre puede entregar los diamantes que necesitan».

Fuente: Federico Ríos

A mediados de año, Fura Gems comenzará a cavar un túnel para llegar a los depósitos más ricos. La mina tiene el potencial de generar entre 350 mil y 400 mil quilates por año, una quinta parte de la producción total de Colombia en la actualidad, estima la compañía.

Mucho todavía podría salir mal. La compañía está en pláticas con el gobierno para renovar su licencia de minería, que expira en octubre de 2020. También debe mantener a los inversionistas a bordo, ya que necesitará más fondos para construir la mina, al tiempo que mantiene el apoyo de las comunidades locales.

No es una apuesta segura. Los trabajos y salarios relativamente altos son bienvenidos. Pero no todos se beneficiarán por igual. La compañía emplea a unos 300 trabajadores en un área habitada por 2 mil familias, muchas de las cuales siguen siendo muy escépticas y sospechosas de los forasteros. Los viejos métodos, además, benefician a la economía local porque los mineros artesanales venden lo que encuentran a los lugareños a cambio de alimentos y servicios, dice Maximiliano Barbosa, un concejal de la aldea cercana de San Pablo de Borbur y presidente de la asociación local de mineros independientes Asobarecol.

«Estamos realmente preocupados, ¿de qué vamos a vivir?», dice. «También queremos ser respetados, no queremos que una empresa multinacional que no sea colombiana nos quite todos nuestros recursos y nos devuelva nuestros túneles en 20 años, cuando ya no quede nada».

Fura Gems ha comenzado a restringido el acceso de mineros artesanales a Coscuez, lo que ha despertado la preocupación de que la empresa pueda cerrar los túneles. Si eso sucede, los locales bloquearán las carreteras para impedir el acceso de la empresa a la mina, dice Barbosa.

Con o sin los nuevos empleos de Fura Gems, las mujeres en Coscuez encontrarán una manera de sobrevivir, señala Porras, sentada en la terraza de su casa con su nieta de 3 años en su regazo. Las luces navideñas cuelgan encima del altar de un santo decorado con flores y fotos de los hijos de Porras. Sirve tinto, el café dulce popular entre los colombianos. Se ha maquillado y se ha quitado el polvo negro de la mina de las manos. Su overol naranja ya está lavado y secándose.

«No hay muchas oportunidades por aquí, así que necesitas aprovecharlas cuando surjan», dice. «Si el trabajo con la empresa desaparece, volveré a los túneles. La única alternativa que tengo es seguir luchando».

Fuente : https://www.elfinanciero.com.mx/bloomberg-businessweek/ellas-son-la-joya-de-la-mineria-en-colombia