De la utopía a la realidad de la transición energética en Colombia

Tomado de Entorno Inteligente

Aunque en el campo de la energía existe desde el año 2014 una Ley que promueve las Fuentes No Convencionales de Energía Renovable (FNCER), se hace importante crear una política que no sólo lleve al país a adquirir tecnología para la generación renovable, sino también invertir en un tipo de energía limpia, asequible, confiable y moderna.

Esta política puede centrarse en las 3D de la CAF – Banco de Desarrollo de América Latina, basada en la descarbonización, la digitalización y la descentralización.

La descarbonización ya inició su camino en Colombia. La entrada de las energías renovables con la Ley 1715 y sus correspondientes normas de la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG), y los incentivos de estas energías limpias, hacen que en el mercado haya empezado una sacudida. Asimismo, las normativas y regulaciones asociadas a la entrada de vehículos eléctricos e híbridos permiten a mediano y largo plazo cambiar la matriz de movilidad, basada en combustibles líquidos, y pasar a una matriz de movilidad sostenible que permitirá acelerar esta descarbonización.

Sin embargo, es importante una inversión en reposición de activos en los agentes de la cadena de Generación, Transmisión y Distribución (GTD) de la infraestructura eléctrica, que permita disminuir las emisiones de CO2.

La descentralización surge como una alternativa novedosa en los aspectos referidos a eficiencia energética y la generación distribuida, porque hacen partícipe a los usuarios de la cadena de generación y de su propio consumo, permitiendo incitar a tener una cadena de generación eficiente en un 98% (pocas pérdidas de la red).

Si revisamos el balance energético colombiano de la Unidad de Planeación Minero-Energética (UPME), en los modelos analíticos se puede ver que el 73% de la demanda pertenece al sistema regulado: comercios, pequeñas industrias y hogares. La estadística dice que el 18% es energía útil, el 36% es energía ineficiente y el 46% son pérdidas por la red y otros.

La descentralización nos ofrece diversificar la matriz y eso nos hace menos vulnerables energéticamente. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Agencia Internacional de la Energía, los países latinoamericanos con matrices energéticas diversificadas han sufrido menos el impacto energético generado por el COVID-19. Por otro lado, la generación distribuida y la diversificación obligará a los comercializadores y operadores de red a ser más eficientes y buscar nuevas formas y productos para sus clientes.

Definitivamente buscar nuevas y mejores alternativas de almacenamiento energético es un factor clave en la descentralización, las tecnologías como el hidrógeno y el reuso de las baterías de los vehículos eléctricos pueden ser utilizadas y se convertirán en el complemento perfecto de energías renovables.

En la digitalización se encuentran las tecnologías para la eficiencia energética, medidores inteligentes de bajo costo que permitan a las Mipymes conocer sus indicadores de producción vs consumo energético de manera fácil; así mismo conocer la huella de carbono generada por el consumo energético y su impacto si se hacen autogeneradores y diversificadores de su propia matriz energética.

La tecnología para el control y regulación de las tarifas horarias diferenciales se debe fortalecer, motivar y difundir para descongestionar y dar estabilidad a las redes. Esto tiene que venir acompañado por mediciones en tiempo real, ya no se puede permitir que los comercializadores les cobren a los usuarios con base a promedios, es necesario una facturación neta de consumo y en esta época de pandemia se ha evidenciado aún más.

Es importante una inversión en tecnología para la sostenibilidad climática basada en datos, que a 2050 nos lleve a tener una energía flexible, así como sistemas de carga ubicados en puntos estratégicos, una administración de la energía basada en sistemas de almacenamiento inteligente en nuestros hogares y fábricas, uso del hidrógeno verde para complementar el gas que nos queda, y nuevas redes de energías flexibles y fiables.

Este panorama sólo se logra utilizando la tecnología de la digitalización para generar nuevos modelos de negocio, que conviertan a la energía en una criptoenergía y abra el mercado.

Todo esto no podrá pasar de la utopía a la realidad si no se hace inversión en tecnología, ciencia e innovación. La investigación aplicada, el desarrollo de software y hardware con modelos de utilidad energéticos, deben ser los emprendimientos del futuro para que la innovación sea la base del desarrollo de una seguridad energética para Colombia a 2050.

 

 

Tomado de: Portafolio «Transición energética en Colombia: de la utopía a la realidad» Leonardo Rodríguez Urrego (2 de Julio del 2020) Recuperado de: http://blogs.portafolio.co/pensamiento-emprendedor/2020/07/02/transicion-energetica-colombia-de-la-utopia-la-realidad/