Es un hecho que Lula da Silva, tan de izquierda como Petro, hizo crecer la economía brasilera y la metió entre los mercados más prósperos del mundo a punta de recursos que venían de la explotación y exportación de petróleo y del impulso a Petrobras, la petrolera estatal. Los conocedores del tema le llamaban a Brasil “el tigre de Latinoamérica” haciendo referencia a las economías asiáticas que se estaban construyendo a pulso para la época y entonces en su narrativa Brasil era como China y Japón.
Sacó a Brasil de la crisis
Y es que Lula sacó a Brasil de una profunda crisis económica, entre 1998 y 2002, durante la segunda administración de Enrique Cardoso, el Producto Interno Bruto (PIB) del vecino país se había contraído 42%, pasando de US$883.000 millones a US$510.000 millones, el real se había devaluado a niveles históricos y el mercado sospechaba que el gobierno no tendría con qué pagar su deuda, como acababa de pasar en Argentina.
Lula contó con suerte, pues cuando empezó su primera administración, el 1° de enero de 2003, hubo una bonanza en las materias primas, con lo que pudo sostener la economía y no entrar en default. Pero no solo eso, encaminó a la Nación a un crecimiento económico sin precedentes, logró la revaluación de su moneda y generó millones de puestos de trabajo nuevos.
Lula tenía un receta: reducir el gasto, pagar la deuda, achicar la burocracia y favorecer a los emprendedores.
El resultado del auge de las materias primas, especialmente del precio del petróleo que es el mayor producto de exportación de Brasil, impactó en las ventas externas: en 2003 Brasil vendía a China bienes por US$4.000 millones, y la cifra llegó a US$46.000 millones en 2013, según datos del FMI.
Los resultados fueron sorprendentes: el PIB nominal a precios corrientes trepó de US$510.000 millones en 2002 a US$2.210.000 millones en 2010, de acuerdo con datos del Banco Mundial, 333% más.
Mientras que el índice GINI, que mide la desigualdad (donde 0 indica igualdad y 1 desigualdad), se encontraba en 0,58 en 2002 y en 0,53 en 2009, y el desempleo había caído de 10,6% en 2002 a 9,4% en 2009.
Los planes son seguir exprimiendo a Petrobras
Lula da Silva sabe que Petrobras es una vaca lechera, y que justo en estos momentos en los que los precios internacionales del crudo están tan altos, hay que sacar más petróleo y venderlo al mundo sediento de oro negro.
Incluso, el Gobierno de Lula también podría buscar más ingresos de la exploración minera. Esta es una de las directrices que el grupo técnico del Partido de los Trabajadores entregó al equipo del programa de Gobierno, previendo la institución de una tasa sobre los minerales más rentables.
Tanta es su confianza en el petróleo, que en una entrevista que le hizo la revista Time a Lula el 4 de mayo pasado, se refirió a la propuesta de Petro, entonces candidato presidencial, de suspender la asignación de nuevos contratos de exploración petrolera: “Petro tiene derecho a hacer todas las propuestas que él considere que tiene que hacer, pero en el caso de Brasil es irreal. En el caso del mundo, es irreal. Todavía es necesario el petróleo por un tiempo”.
Al respecto, el exsenador Jorge Robledo, también de izquierda pero ahora férreo contradictor del gobierno de Petro, dijo que la posición del presidente electo de Brasil “es otra muestra de la soledad que acompaña a Gustavo Petro en su demagogia ambientalista contra el interés de Colombia”.
Tomado de El Colombiano
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