¿Cuáles son las razones que llevaron a la escisión?
Siemens ha sido un conglomerado por 173 años, pero con la digitalización vimos que ese modelo ya no nos daba ventajas como agilidad, flexibilidad y toma de decisiones. Por eso, se dividió en tres, cada una enfocada en su industria: salud, la rama tradicional y Energy.
¿Les ha servido para adaptarse a la pandemia?
La visión ya venía desde hace un par de años, y que lo hiciéramos en la pandemia fue coincidencia y supuso un gran reto. En Colombia nos establecimos en marzo, y a la bolsa en Alemania salimos en octubre. La crisis ha mostrado que la decisión fue acertada.
¿Qué oportunidades creó para Siemens Energy la pandemia?
Fue inesperado, y no había una receta, sino que fue un aprendizaje y nos ha tocado duro. Cuando inició la pandemia tuvimos que cerrar, pero ya el 80% o 90% de la capacidad productiva está operativa.
Las oportunidades que se abren están en la digitalización y en la transición energética. Los paquetes de reactivación en Europa y ahora con Joe Biden se enfocan en una recuperación sostenible, pues el cambio climático sigue siendo el tema de fondo, y para eso no hay vacuna.
Lo bueno es que la pandemia ha despertado también esa conciencia.
Nosotros estamos en medio de esta cadena de valor de energías sostenibles, para ayudar a empresas y gobiernos a hacer su transición a un mundo menos carbonizado.
¿Cómo ve el proceso de transición energética en Colombia?
Esta es irreversible e inevitable. El cambio climático es un hecho, y quien no esté en esto va a quedarse como paria del mundo, por fuera.
Muchos países van a empezar a poner aranceles a productos con huella de carbono alta, sea acero, café o banano. Un país o una empresa con una huella alta, no va a ser bienvenido, nadie lo va a querer.
Colombia tiene una visión estratégica, ha arrancado un poco rezagado en las renovables, pero las subastas recientes han llevado al país a una nueva posición, y se ve compromiso en esa dirección, como el anuncio reciente de reducir las emisiones de carbono un 50% al 2030. Es ambicioso pero fundamental, porque si no se puede quedar fuera de las cadenas de valor globales.
¿Dónde están las oportunidades?
Colombia tiene mucho por hacer, pero tiene un gran potencial en las renovables. Los vientos de la costa Caribe soplan al doble del promedio mundial y hay muchas opciones en solar en todo el territorio.
Lo interesante es que Colombia no va a usar toda su generación en consumo interno, por lo que hay un potencial enorme para coger esa energía renovable y convertirla en un commodity para exportación.
¿Le serviría para superar su dependencia de la energía fósil?
Hay mucho potencial para exportar a los países desarrollados. En el mundo se va a acelerar brutalmente la implementación de las renovables, todos hablan de ser carbono neutro al 2050, y en este proceso no solo hay que descarbonizar la electricidad, sino el transporte, industria y consumo también.
Países como Alemania no tienen de dónde sacar toda la energía renovable que van a necesitar, por lo que la empezará a importar, y desde aquí se puede atender esa demanda. De hecho, ese país va a dedicar 2.000 millones de euros para desarrollar esta industria en otros países, y la invitación es que Colombia sea uno de ellos, estamos trabajando en ello y se ven ventajas respecto a otros de América Latina.
¿Cómo es posible exportar la energía renovable?
Se puede exportar electrones o moléculas. En este ámbito estamos trabajando en la tecnología de hidrógeno, con la cual se produce la energía renovable, se mete en equipos de electrólisis y se vuelve gas limpio o combustibles sintéticos que permiten convertirlo en un commodity para exportación.
¿Cómo ven los planes de energía fósil y fracking en Colombia?
Esto es un proceso que lleva tiempo. Las petroleras tienen claro que la producción empezará a bajar, y que a 2050 podría ser la mitad de lo que es hoy, pero sigue siendo mucho. Hoy la matriz energética es en 70% u 80% fósil, y esto no va a cambiar de la noche a la mañana.
Algunos combustibles fósiles desaparecerán o se reducirán, y eso es un impacto para Colombia por la dependencia de esas exportaciones. Por eso, es clave que el país busque alternativas, un mix responsable que garantice una energía fiable. Petróleo, gas y carbón no van a tener más ese protagonismo, pero seguirán ahí durante la transición.
¿Qué focos de negocio tienen?
Nuestra estrategia se basa en las cuatro ‘D’. La primera es la demanda, con una mayor solicitud de energía, con oportunidades de electrificación y llevar energía a todas las personas que no tienen acceso.
La descarbonización, la descentralización, con plantas más distribuidas y cerca del consumo, y el último es la digitalización. Somos de las pocas empresas con un portafolio completo para la transición energética.
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