Me imaginaba perforaciones por debajo de Santurbán y esta fue la primera sorpresa: la explotación está planeada en una huella superficial de ocho hectáreas, aislada del páramo.
Hoy en la mente de la comunidad metropolitana está presente la afirmación de que “El agua para Bucaramanga está en peligro” como consecuencia de la licencia ambiental de un proyecto de explotación de oro en las inmediaciones del municipio de California. Como creo que hemos caído en el “dilema del agua o el oro”, acepté la invitación a conocer de primera mano el proyecto para así poder superar las inquietudes que tengo.
Una vez llegamos a California, luego de cuatro horas de recorrido, nos reunieron ante unas maquetas de la zona (de las que deberían tener réplicas en Bucaramanga) y cortes del terreno sobre el que se proyecta la explotación. Allí recibimos explicaciones técnicas y respuestas a la totalidad de las preguntas formuladas por los que no dominamos el tema.
Una gran inquietud que tenía era que me imaginaba perforaciones por debajo del Páramo de Santurbán y esta fue la primera sorpresa que me llevé: la explotación está planeada en una huella superficial de ocho hectáreas, aislada del páramo, en las que se incluyen dos túneles dedicados a transporte de material y la mina como tal, con una profundidad aproximada de 600 metros, de la que se extraerá el mineral para llevarlo al exterior, tratarlo y seleccionar el “concentrado polimetálico” obtenido sin el uso de cianuro ni de mercurio. Este será transportado a puerto, para exportarlo a destinos donde harán el proceso final de refinación.
Segunda sorpresa: el agua que aflore cuando se perforen los túneles se conducirá al exterior para ser tratada y retornada en óptimas condiciones a la quebrada La Baja. Igual ocurrirá con el agua que sea necesario utilizar en el proceso.
Tercera sorpresa: los numerosos mineros artesanales, localizados a lo largo de la quebrada La Baja, quienes aplican mercurio y cianuro al mineral extraído de la montaña para separar el oro, generan contaminación del agua que, posteriormente, llegará al río Suratá, uno de los que surten de agua a Bucaramanga.
El proceso artesanal contamina para aprovechar un mínimo del material extraído de la montaña. Por eso, proponen que el material extraído por los mineros artesanales sea entregado al Proyecto, a cambio de un beneficio económico mayor.
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