Constantemente nos venden la industria extractiva con dos planteamientos básicos: i) que genera empleo; y ii) que provee al estado colombiano de grandes recursos a través del pago de las regalías. Un aplicativo creado por el Departamento Nacional de Planeación permite consultar cómo se han distribuido los recursos obtenidos por las regalías en la una vigencia determinada y esto fue lo que encontré:
Para la vigencia del año 2018, se han distribuido COP$ 35.851.598.387.794, así: COP$21.738.793.981.844 para educación, COP$8.087.749.403.071 para salud, COP$ 1.782.605.990.881 para agua potable, COP$ 3.829.301.758.189 para el concepto denominado “propósito general” el cual incluye libre destinación, cultura, deporte, libre inversión y Fonpet (fondo nacional de pensiones de las entidades territoriales), COP$ 187.702.062.776 para alimentación escolar, COP$ 30.032.330.045 para Ribereños, COP$ 195.412.860.988 para Resguardos Indígenas.
Adicionalmente, el aplicativo creado por el Departamento Nacional de Planeación, permite consultar como se ha realizado esta distribución en los diferentes Departamentos de Colombia, de acuerdo a la distribución establecida en la Ley 1530 de 2012.
Está claro entonces que realmente la industria extractiva si genera gran cantidad de recursos para Colombia. Ahora bien, lo que realmente debería preocuparnos es, ¿de dónde vamos a sacar todo ese dinero?
La minería en Colombia está en vía de extinción, grandes proyectos han perdido fuerza y la voluntad política no está generando un ambiente propicio para el éxito de los proyectos vigentes exiliando la posibilidad de la llegada de inversión extranjera. El panorama no es muy alentador. Con mucha tristeza debo reconocer que parecería inviable suplir los recursos de la minería con ecoturismo, artesanías y actividad agrícola, cuando nuestra capacidad de desarrollo tecnológico aún no alcanza los niveles que necesitamos para generar otro tipo de riqueza.
Angela Salazar
Asociada Senior Lloreda Camacho.
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