La situación es realmente crítica para esa economía que este año espera una inflación cercana a 1’000.000%, lo que muestra los problemas de abastecimiento que vienen enfrentando los venezolanos desde hace varios años. Buena parte del motor productivo venezolano es impulsado por los ingresos del crudo. Pero aquí también hay un panorama desastroso.
La producción de petróleo del vecino país pasó de cerca de 3 millones de barriles al día (cierre de 2014) a apenas 1,15 millones de barriles al cierre del tercer trimestre de 2018, según las estadísticas de Opep.
La situación se ha agudizado especialmente en los últimos dos años: entre 2016 y 2017, la caída en la producción fue de 11% y entre diciembre de 2017 y el primer trimestre de 2018 esta tendencia se agudizó a alrededor de 20%. Para el tercer trimestre la caída frente al cierre del año pasado ya era de 35%.
De mantenerse ese sendero, la producción podría caer por debajo del millón de barriles en 2019. Eso sería apenas por encima de la producción de Colombia, que está en 865.000 barriles diarios.
Las implicaciones de esta debacle son enormes, si se tiene en cuenta que el petróleo es el principal generador de divisas para los venezolanos. En los últimos meses, el problema ha sido más gravoso por cuenta del descenso en el precio del crudo durante los últimos meses: el petróleo Brent cayó a niveles cercanos a US$64 el barril desde un máximo de US$84, en pocos meses; esto es una baja prácticamente de 25%.
La situación llevó a que Arabia Saudita anunciara hoy un incremento en su producción para cubrir lo que ya no produce Venezuela. Esta decisión ayuda a mantener la producción de los países Opep en un nivel cercano a 33 millones de barriles por día.
Los problemas financieros para Venezuela están detrás de la mala administración de su riqueza petrolera. El vecino país ha tratado de renegociar parte de sus deudas con muchos acreedores. Se destacan dos de ellos: Crystallex y ConocoPhillips, compañías que ganaron en los tribunales de arbitramento sendos pleitos que sumados llegan a casi US$3.500 millones agregando el costo de los intereses.
En una jugada por recuperar su inversión, Crystallex, una compañía minera canadiense, intentó hacerse al control de Citgo la refinadora y distribuidora que Pdvsa tiene en Estados Unidos. El gobierno del presidente Maduro logró, esta semana, realizar un pago por US$425 millones lo que impidió que Crystallex se hiciera a esa refinería. Perder el control de esta compañía sería el acabose para el Gobierno de Maduro, que perdería la liquidez que le ofrece la firma que opera en un mercado de tamaño considerable como el de Estados Unidos.
Todas las empresas que han ganado arbitramentos en contra de Venezuela están presionando para hacerse a activos en el exterior de la estatal Pdvsa. Eso ha restringido aún más la capacidad de maniobra del gobierno venezolano.
Mientras que la producción se desploma, queda en evidencia la paradoja de que Venezuela tenga en su activo las mayores reservas probadas de petróleo del mundo: más de 290.000 millones de barriles, que a un ritmo de producción de 3 millones necesitarían más de 200 años para ser explotadas.
La debacle empezó con los procesos de nacionalización que inició la administración del presidente Hugo Chávez: Pdvsa no volvió a recibir inversiones para mejorar sus activos de explotación y esto llevó a que la compañía perdiera día a día su capacidad de producción.
Además, la inversión extranjera no solo salió del país sino que inició procesos arbitrales para recuperar los recursos que habían puesto en el desarrollo de la industria petrolera de esa nación. Esto convirtió el mercado petrolero venezolano en un escenario de pleitos y malas decisiones administrativas.
El petróleo, la principal riqueza de Venezuela, es hoy otra prueba de los desafíos que tienen que enfrentar los venezolanos si quieren enderezar el rumbo de su país: además de los enormes problemas sociales que debe resolver, es necesario reactivar la industria que le dio tanta riqueza en los últimos 70 años.
Fuente: dinero.com
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