El precio del Brent tocó su máximo el pasado 3 de octubre en US$86,29, un nivel que parecía un trampolín hacia otros mucho mayores. Hoy, menos de dos meses después, el crudo ha caído 30,2% hasta US$60,21. Entre medias, además de los movimientos del mercado, existe una lucha entre las principales potencias petroleras del mundo que tratan de llevar esta cotización a su punto de beneficio.
Estados Unidos y la Organización de Países Exportadores de Pétróleo (Opep) (y aliados como Rusia) son los dos polos en la contienda y, como se ha visto en las últimas semanas, ambos reaccionan cuando el petróleo se aleja de sus intereses. Donald Trump no escatima esfuerzos en criticar las medidas para impulsar el precio, mientras que la Opep revalúa sus acciones para ‘ir hacia su lado’.
¿Por qué esta diferencia de intereses entre ambos? “En el escenario actual, Trump necesita un petróleo a bajo precio para evitar que su programa de impuestos se vea canibalizado por cambios en el combustible. Además, EE. UU. es el mayor productor potencial de crudo del mundo; si su infraestructura de distribución está lista, para 2019 será el mayor exportador neto de energía”, indica Guillermo Valencia, fundador de Macrowise.
De igual forma, el experto en mercados, Julián Villamizar, explica que “EE. UU. necesita un nivel como el actual para continuar con el fracking, sus inversiones, y tener rentabilidad. Y no le interesa tan alto pues el precio de la gasolina genera inflación, por lo que busca mantenerlo en US$60. Lo que hace es impulsar su producción y reducir la importación para que la oferta global esté arriba y presionar el precio a la baja”.
Por el otro lado, como agrega Villamizar, “gran parte del gasto público y del desarrollo económico de los países de la Opep depende de los precios del petróleo, por lo que cuanto más alto sea su precio, más dinero tendrán disponible para ello. Sin embargo, cabe resaltar que ya no tienen tanto dominio de la situación, pues si reducen la producción, EE. UU. ganaría cuota de mercado”.
Ante la caída actual, la Opep anunció recientemente que volvería a implementar su programa de recortes de producción para generar una menor oferta mundial (lo que impulsaría el precio) en su reunión del 6 de diciembre. Se estima un descenso del bombeo en 1,4 millones de barriles al día.
Pero Trump en este momento tiene más ‘armas’ para enfrentar la situación gracias, en parte, a la coyuntura que se generó con el asesinato del periodista opositor Jamal Khashoggi. De acuerdo con Valencia, “el régimen de Mohammed Bin Salman (MBS) en Arabia Saudita está bajo ataque después de la muerte de Kashoggi, pero Trump lo va defender para mantener los precios bajos. Cabe resaltar que el éxito de los recorte de la producción de la Opep que crearon la gran subida de precios desde el 2016 depende exclusivamente de la coordinación. Pero para que MBS permanezca en el poder va depender de Trump, lo que hace que sus incentivos estén más alineados con EE. UU. que con la Opep”.
Y los resultados de esta presión de Donald Trump y Estados Unidos sobre Arabia Saudita, que es el mayor productor en la Opep, ya se están sintiendo. Sin ir más lejos, esta semana se supo que el país este mes presentó el bombeo de crudo más alto de su historia petrolera, que se remonta a más de 80 años.
¿Qué papel juega Latinoamérica en esto?
Frente a la pelea mundial por el precio del petróleo, aunque Latinoamérica es una de las regiones más interesadas por su cotización, pues economías como la colombiana dependen en gran medida de ello, su participación en la disputa es menor.
“La región depende de lo que hagan EE. UU. y la Opep, por lo que países como Colombia seremos tan solo un daño colateral y no podremos hacer mucho más allá de tratar de cubrir la producción futura en caso de descensos”, consideró Villamizar.
Valencia, por su parte, apuntó que “los bajos precios significan potenciales devaluaciones en varias monedas latinoamericanas y más presión para los países emergentes. ¿Qué se puede hacer? crear incentivos para participar en las cadenas de valor más importante de la globalización”.
Otros efectos
El precio del petróleo presenta muchos efectos en otros países más allá de las principales potencias. Por ejemplo, los que importan crudo se benefician con un precio bajo, al tiempo que los exportadores lo sufren.
Además, como afirman los expertos, en un contexto de desaceleración global como el actual, un precio bajo para el petróleo puede suponer una ayuda adicional para los países desarrollados durante el invierno, pues un menor costo generaría un respiro para hogares y empresas en sus costos y ayudaría con el freno del PIB.
Fuente: portafolio.co
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