Que no lo iban a lograr. Que no eran capaces de meterse a un hueco e, incluso, que las mujeres en la mina son sal porque el oro se esconde cuando ellas están. Sin embargo, esas expresiones de desconfianza y discriminación, dichas por los hombres, no desalentaron a Johana Hoyos y Liliana Parra.
Por el contrario, fueron el estímulo que las envalentonó para asumir el riesgo de operar pesadas máquinas a una profundidad de dos kilómetros bajo tierra extrayendo el oro de sus entrañas.
Johana, de 28 años, podría ser la primera colombiana que trabaja de tiempo completo manipulando una perforadora frontal conocida como Jumbo. Con ella, taladra el rocoso macizo y traza la ruta para explotar y extraer grandes tenores de oro en la mina El Silencio, en Segovia, la más profunda del país y la tercera de Suramérica.
El aparato es electrohidráulico y está diseñado para intervenir en lugares pequeños o de difícil acceso, mide 1,5 metros de ancho por 2 de alto. Está equipado, además, con un brazo hidráulico de sección cuadrada y viga de avance con opciones para trabajar con barras de perforación de 8 hasta 10 pies.
Johana se encarga de avanzar en el frente de trabajo siguiendo la beta de oro que, a veces, parece más un trozo de hielo triturado y, otras, lodo del que emana un olor muy particular con notas a sudor, humedad y moho.
Ella, una mujer robusta, amable y humilde, ha enfrentado el machismo que hay en los socavones de las minas infestadas de hombres, persiguiendo su meta: ser una experta en manipulación de equipos pesados, como el Jumbo.
Es tal su ambición que cuando, como esposa de un empleados de la canadiense Gran Colombia Gold, tuvo la oportunidad de ingresar al programa institucional Familias Doradas, en el que capacitan a las mujeres en labores de belleza y peluquería, entre otras, y lo rechazó luego de que surgiera la idea de entrenarla en labores con maquinaria pesada en minería.
Yolima Vargas, una tecnóloga en supervisión de labores mineras que está a punto de terminar ingeniería, es la coordinadora de formación de mecanizado de la Gran Colombia Gold, empresa dueña del título minero de El Silencio.
Vargas, con apoyo del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), fue la encargada de capacitar a Johana y a Liliana Parra, y a 85 hombres en operación de maquinaria pesada subterránea.
Aquí en la mina me tratan bien. Los hombres me dicen que soy uno más de ellos, antes eran un poco machistas y les daba desconfianza que me asignaran a sus grupos de trabajo.
Algunas de las máquinas que aprenden a operan las mujeres, en las que hoy se encuentran cinco nuevas aprendices, además del Jumbo, son los cargadores de bajo perfil como la Escooptram y las volquetas, Miner Truck.
El área en la que trabajan, Johana en el Jumbo y Liliana en el Escooptram, se le conoce como la rampa de mecanizado. Esta desciende hasta una distancia de casi dos kilómetros de profundidad, a unos 1.800 metros bajo tierra, conocidos como los niveles del 18 al 24. Sitio donde, con su trabajo y esfuerzo, se han ganado el respeto de sus compañeros al demostrar que pueden hacerlo igual o mejor que ellos.
“Aquí en la mina me tratan bien. Los hombres, incluso, me dicen que soy uno más de ellos, antes eran un poco machistas y les daba desconfianza que me asignaran a sus grupos de trabajo. Pero, ahora, confían en mi trabajo”, dice Johana.
Vargas, por su parte, asegura que en el país hay varias mujeres que operan Jumbo. En la construcción del Túnel del Toyo se sabe de una, pero lo hace en vías y en la superficie.
Otra compañía minera en Colombia también trabaja con mujeres en las profundidades, pero estas lo hacen con volquetas, cargadores o desempeñan otras actividades dentro de las minas, de ahí que Johana sería una de las pioneras en las profundidades de la tierra operando el Jumbo, pero con la capacidad de manejar los demás equipos.
“Ellas son más dedicadas, cuidadosas y estéticas en el tema del trabajo y la presentación, además llegan temprano a trabajar y, en algunos casos, son más eficientes”, agrega la entrenadora Vargas.
Una normativa del Ministerio de Minas y Energía de Colombia les restringía el acceso formal a las mujeres que aspiraban a trabajar en las minas bajo tierra, pero con el decreto 1886 del 2015 y por el cual se establece el Reglamento de Seguridad en las Labores Mineras Subterráneas, las mujeres pudieron trabajar bajo tierra, tal y como lo hacían los hombres, excepto cuando estén embarazadas.
José Ignacio Noguera, vicepresidente de Asuntos Corporativos de Gran Colombia Gold, aseguró que el conocimiento y el talento van mucho más allá del género. “Ahora las mujeres son protagonistas en la minería. Hay operadoras de maquinaria, ingenieras, de seguridad industrial, geólogas, geofísicas, de salud ocupacional y topógrafas, entre otras. En la actualidad nos estamos enfocando en capacitar una nueva generación de mujeres que puedan apórtale su talento a la minería”, puntualiza Noguera.
“Los hombres ya han cambiado, nos respetan y confían en el trabajo que desarrollamos”, dice Hoyos quien ahora se ha trazado una nueva meta:seguir capacitándose para salir adelante con su hijo.
Fuente: m.eltiempo.com
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