En lugar de escribir, por respeto a las personas a las que sus vidas les fueron arrebatadas mientras trabajaban por Colombia, debería guardar un minuto de silencio, una hora o una eternidad, o quizás debería dar gritos de dolor porque este no es el país que quiero para mis hijas, ni para mis nietos, ni para nadie y porque parece el renacer de una pesadilla que creía terminada.
Pero guardar silencio no ha sido nunca la respuesta, motivo por el cual preferiría que este infortunado suceso, nos invite a la reflexión y a que nos preguntemos si tal vez hemos estado persiguiendo al enemigo equivocado y si quizás a través de la persecución a la minería bien hecha, hemos estado trabajando para quienes se han enriquecido por años gracias a la extracción ilícita de minerales.
Me parece que esta guerra que finalmente llegó a acabar con la vida de tres geólogos de Continental Gold Limited, comenzó a gestarse hace muchos años ya, de manera silenciosa y corrosiva, ocupando todos los espacios que le ha sido posible llenar.
En primer lugar, las mentes de la población en general, a través de campañas de tergiversación, identificando, de manera malintencionada, la minería bien hecha con la extracción ilícita de minerales y con sus nefastas consecuencias para el ambiente, generando el falso dilema entre agua y oro y otros miles de mitos que se han arraigado ya en la cabeza de una inmensa mayoría de colombianos.
En segundo lugar, las mentes de nuestros jueces y legisladores, quienes con el fin loable de proteger al ambiente y a las comunidades, parecen haber perdido de vista que muchas de sus decisiones, desestimulan la realización de actividades legales y abren una puerta, o mejor, un portón, a la extracción ilícita de minerales, esa sí, irrespetuosa del ambiente, de las comunidades, de nuestro país y como se vio, de la vida.
Y ahora que una compañía, luego de haber superado todos los obstáculos, consigue demostrar que es posible hacer minería, que es posible que se haga bien hecha, que es posible que a través de la misma se enriquezca la comunidad, que es posible que se enriquezca Colombia y que es posible que se proteja el ambiente, aparece un ataque que pone de presente que los argumentos ya se acabaron, que realmente no existe una razón para acometer en contra de la minería y sale a la luz cuál ha sido desde siempre la verdadera razón de estos ataques, la razón es sencilla, la explotación ilícita de minerales es el negocio más rentable que existe y quienes han monopolizado esa riqueza no quieren compartirla con el resto de colombianos.
¿Y nosotros? ¿Qué hemos hecho nosotros? Hemos jugado su juego, hemos creído sus mentiras, hemos estado convencidos de que a través del ataque a la minería estamos protegiendo derechos de superior entidad.
Pero hoy que se arremetió de manera directa contra el más preciado de los bienes, que es la vida, además de vestirnos de luto, debemos pensar si en realidad sabemos para quién estamos trabajando.
Fuente: Angela Salazar, asociada Lloreda Camacho & CO
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