La minería está atravesando un período crucial en el Perú. La mediana y la gran minería muy bueno con el lanzamiento de los proyectos de Michiquillay y Quellaveco en Cajamarca y Moquegua, respectivamente. Además con el aumento de la producción y con el incremento de los precios de algunos metales. Mas no así con la minería pequeña y artesanal que pasan por un período de angustia existencial, por los infinitos obstáculos que el Gobierno le impone a través de la noche de los mil y un trámites.
Comencemos por la calificación de pequeños mineros. Antes se obtenía con una solicitud ante la Dirección General de Minería acreditando no sobrepasar 2,000 hectáreas en concesiones, así como encontrarse dentro del límite de capacidad de producción de 350 Tm/día para mineros metálicos y 1,200 m3 para los no metálicos. Desde el año 2013 esa pequeña facilidad desapareció por la decisión de algún burócrata desconocido, que ciertamente no merece ningún reconocimiento y el Gobierno, con la lentitud que lo caracteriza, no se anima a corregir semejante omisión.
Lo mismo puede decirse respecto de los mineros artesanales, que están sujetos a limitaciones menores en lo que se refiere a la extensión de las concesiones y límites de la capacidad instalada y que por lo tanto, el trámite debería ser más simple previa verificación de los hechos. Ello, no obstante, la peor situación es la que atraviesa la minería informal en trance de su formalización, que por uno u otro motivo no avanza ni para atrás ni para adelante.
¿Por qué? Yo diría que el gran problema reside en la famosa regionalización, que en lugar de agilizar los procesos por el contrario detiene y alarga los trámites al infinito. Tal afirmación es cierta aunque parezca contradictoria. Resulta paradójico lo que afirmo, pero desgraciadamente es correcto. Y esta situación se basa en la mutua desconfianza entre los gobiernos regionales y el Ministerio de Energía y Minas a través de la Dirección General de Minería y las demás dependencias vinculadas a la minería.
Este contrapunto se manifiesta en una situación muy lamentable: las exigencias requeridas en el gobierno regional vuelven a ser nuevamente planteadas en la sede del Ministerio de Energía y Minas, pero muchas veces bajo criterios distintos. Los mineros pequeños y artesanales ya no perforan el subsuelo, sino deambulan por los corredores burocráticos esperando que Dios los ayude.
Fuente: expreso.com.pe
Martín Belaunde Moreyra
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