La ausencia de una clara política minera, con desarrollos normativos y procedimentales apropiados y con una lectura estratégica de las potenciales explotaciones frente a realidades económicas y sociales territoriales, ha traído consecuencias no deseadas en los mecanismos institucionales de ordenación del territorio, en la articulación de actores sociales y empresariales y en las reglas de juego frente al desarrollo de tal actividad. Los efectos: grandes proyectos de producción de minerales sin credibilidad social, poblaciones que no se sienten partícipes de las decisiones sobre el uso de los recursos naturales en sus asentamientos y gobiernos locales enfrentados a decisiones nacionales o entre sí.
El país reclama un diálogo claro sobre la actividad minera, reconociendo que no todas las regiones potencialmente productoras son iguales, con discusiones centradas en los actores involucrados directamente, con planes apropiados a las expectativas territoriales y lejos de discursos totalmente fatalistas o totalmente optimistas. Un diálogo que tenga como norte superior el desarrollo sostenible y la equidad.
Para contribuir a un diálogo desde el conocimiento sistematizado se ha creado una alianza de las universidades EIA, Eafit, Nacional –Sede Medellín, de Antioquia, y Proantioquia. Se trata de reflexionar sobre temas críticos para el desarrollo de dicha actividad. No de todos los asuntos tan complejos que rodean al sector minero; principalmente se trabajarán cómo se da en la práctica la gobernanza de los recursos naturales, su planeación y la participación ciudadana y comunitaria, como elementos trasversales en clave de desarrollo sostenible.
Cada uno de estos temas suscita unos retos particulares vinculados a las dinámicas de producción minera y a los contextos territoriales donde se desarrolla la actividad. Ahondar en los imaginarios, las vivencias y las relaciones que crea en los territorios dicha actividad. Al mismo nivel de contar con sistemas confiables de información y de análisis sobre lo que realmente impacta o transforma dicha actividad en los territorios específicos.
Los EOT’s (Esquemas de Ordenamiento Territorial), los POT’s (Planes de Ordenamiento Territorial) y los PBOT’s (Planes Básicos de Ordenamiento Territorial), son herramientas importantes para la planeación territorial de los municipios, que contextualizan científica y participativamente las apuestas de los territorios, que fijan con conocimiento los usos de los suelos, las restricciones ambientales; que delimitan las fronteras agrícolas e industriales y la expansión urbana y rural, entre otras actividades territoriales. Los EOT’s modernos, contienen, además, los análisis de riesgos y vulnerabilidades naturales y la correcta gestión de los mismos. Estos esquemas y planes harían más expeditos los diálogos, pues fijan marcos de desarrollo local con visión prospectiva.
La Alianza promoverá discusiones y recomendaciones sobre política minero-energética de la región, donde se privilegie la muy buena información sobre las dinámicas propias de desarrollo de los territorios y de la actividad misma.
Como lo expresé en alguna ocasión, las “juntanzas” entre instituciones promotoras del desarrollo territorial sostenible, son la mejor forma de actuar más allá de intereses particulares. El papel de las universidades y los centros de pensamiento es relevante para tal fin; de ahí la importancia de la Alianza.
Fuente: elcolombiano.com
Rafael Aubad López
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