“Si los japoneses hubieran destruido el petróleo en Pearl Harbor, la guerra se hubiera prolongado otros dos años”. Almirante Chester Nimitz, comandante en jefe de la Flota norteamericana del Pacífico en 1944 y 1945.
En la primera parte de este artículo analicé la conformación de la industria petrolera desde finales del siglo XIX y la importancia estratégica que el petróleo tomó a principios del siglo XX. Comenté sobre las diferentes decisiones que las potencias occidentales tomaron en función de su dependencia del petróleo, mismas que se volvieron clave para el desenlace de la Primera Guerra Mundial.
El mayor cambio en la relación entre los países productores de petróleo y las compañías extractoras, después de la Revolución Rusa, fue la nacionalización de la industria petrolera en México en 1938. En nuestro país, el petróleo se empezó a extraer cuando Porfirio Díaz le abrió la puerta a principios del siglo XX a la inversión extranjera.
Las principales compañías petroleras en México eran Panamerican Petroleum y la compañía inglesa el Águila, representada por lord Cowdray, quien había participado en la construcción del Gran Canal en la Ciudad de México y era miembro fundador del Hospital ABC. Esta compañía descubrió el pozo Potrero del Llano que llegó a producir 40 millones de barriles en 1913, lo que lo convirtió temporalmente en el pozo más productivo del mundo. En 1921 México se convirtió en el segundo productor más importante a nivel mundial, al producir 193 millones de barriles al año. Este honor no nos duró mucho tiempo, ya que con la Revolución y la discusión sobre los derechos de propiedad que se dio con la Constitución de 1917, la validez de los contratos firmados durante el Porfiriato con las compañías extranjeras quedó en duda. La incertidumbre provocó una falta de inversión por parte de las compañías extranjeras en México.
Las compañías globales voltearon a ver a Venezuela, cuyo dictador, el general Juan Vicente Gómez les abrió las puertas, cobrándole a los inversionistas por las concesiones y quedándose con una buena parte del dinero. Venezuela, al ser percibido ilusoriamente por las compañías extranjeras como un “garante de predictibilidad y estabilidad”, se convirtió en el segundo jugador más grande en el mercado internacional, después de Estados Unidos. Seis años después, el dictador venezolano fue derrocado, pero Venezuela mantuvo su capacidad de exportación de petróleo.
Ante la falta de inversión, el petróleo mexicano perdió competitividad, cayendo la producción en 80% a principios de los 30. Con el presidente Lázaro Cárdenas, el nacionalismo y el sindicalismo cobraron fuerza, exigiendo los trabajadores petroleros incrementos salariales importantes a las compañías extranjeras, pero éstas, en abierta rebeldía, amenazaron con cerrar sus plantas, apostando a que el gobierno se echaría para atrás. Cárdenas no se amedrentó y tomó una decisión riesgosa pero calculada; el Decreto de Expropiación se firmó el 18 de marzo de 1938. El gobierno norteamericano no se opuso, Roosevelt no podía arriesgarse a perder la cooperación de su vecino ante la amenaza de una próxima guerra con Alemania. México fue el primer país productor de petróleo en donde se discutió el tema de la soberanía de los recursos naturales y la repartición de la renta petrolera.
En las décadas siguientes otros países productores siguieron su ejemplo. Sin embargo, la expropiación petrolera hizo que México volcara su producción hacia el desarrollo interno y descuidara la inversión en tecnología, lo que le impidió hasta finales de los 70 jugar un rol importante en el mercado mundial de exportación del petróleo.
Aun con los descubrimientos de yacimientos petroleros en el mundo, Estados Unidos mantuvo su liderazgo como principal productor en el mundo, ya que tuvo en esa misma década una oleada de descubrimientos de pozos en Texas. Además, importaba petróleo de los países latinoamericanos, lo que le permitió durante la Segunda Guerra Mundial convertirse en el proveedor de 90% del petróleo de los Aliados. El rol de ser el principal proveedor de petróleo y además ser el principal acreedor (con el programa Lend and Lease) le dio, como en la Primera Guerra, un rol preponderante en las decisiones militares y políticas de los Aliados.
Japón, afectado severamente por la Gran Depresión y por el resentimiento de ser tratado como un país de segunda por las grandes potencias, se volcó hacia el nacionalismo y el militarismo. Ante su carencia de materias primas inició una serie de conquistas territoriales, ya que sólo producía 7% del petróleo que consumía, importando el resto de Estados Unidos y de las Indias Orientales Holandesas (hoy Indonesia). En 1931 invadió Manchuria, que contaba con algunas reservas de petróleo, posteriormente en 1937 el Ejército japonés inició la invasión de China, en 1940 invadió Tailandia e Indochina y firmó además el Pacto Tripartita con Alemania e Italia.
Fue después de la invasión japonesa a Indochina cuando Estados Unidos decretó un embargo petrolero contra Japón. El primer ministro Hideki Tojo, que sabía que Japón sólo contaba con reservas de combustible para dos años, tomó la arriesgada decisión de ir a la guerra contra Estados Unidos, lanzando el ataque contra Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941. Con este ataque sorpresivo, Tojo apostó a que el golpe sería fulminante y desmoralizaría al enemigo, pero el efecto fue el opuesto, los norteamericanos que habían buscado aislarse de cualquier tipo de guerra se convencieron de que tenían que participar en la lucha contra el Eje.
La flota norteamericana del Pacífico tuvo un daño severo, pero pudo reconformarse. En tan sólo seis meses Estados Unidos pudo derrotar a los japoneses en la Batalla de Midway, lo que representó el punto de inflexión en la Batalla del Pacífico. La rápida recuperación de la flota norteamericana se explica en gran medida porque contaba con una reserva de 4 millones de barriles de petróleo almacenado en Pearl Harbor. Irónicamente, Japón, que había precipitado su entrada a la guerra contra Estados Unidos por la falta de combustible, tuvo un error estratégico de inteligencia militar al no haber destruido esta reserva de petróleo, hecho que hubiera inmovilizado a toda la flota norteamericana del Pacífico por varios meses.
La escasez de combustible influyó en las decisiones estratégicas de Japón durante la Segunda Guerra. Los barcos japoneses no podían reabastecerse de combustible y las operaciones aéreas se restringieron, ya que no había combustible suficiente para entrenar a los nuevos pilotos. Fue en ese momento cuando empezó la táctica de los pilotos suicidas o kamikaze, cuya efectividad para hundir barcos de guerra era superior a la de los bombarderos tradicionales, teniendo además la triste ventaja de viajar con tanques de gasolina a medio llenar, ya que los pilotos sabían que no iban a regresar.
Por su parte, Alemania, que tampoco contaba con petróleo, diseñó su estrategia militar tomando en cuenta esta restricción. La Blitzkrieg consistía en ataques sorpresivos con fuerzas mecanizadas muy concentradas para lograr victorias rápidas, antes de que los problemas de abasto de combustible surgieran. La exitosa invasión de Polonia en 1939, fue seguida en 1940 por los ataques a Noruega, los Países Bajos y Francia.
En su búsqueda de petróleo, Alemania incursionó en África y en la Unión Soviética. Durante 1941 el Africa Korps, comandado por Rommel, luchó con éxito contra las fuerzas británicas, avanzando rápidamente de Libia hacia Egipto, hasta que la escasez de combustible frenó su avance, siendo derrotado en la Batalla del Alamein en 1942 por Montgomery. Irónicamente, a menos de 200 kilómetros del terreno de lucha, fue descubierto 20 años después uno de los mayores yacimientos de petróleo, lo que convirtió a Libia en el quinto exportador mundial de petróleo.
Durante la invasión de Alemania a la Unión Soviética, el avance alemán fue más rápido de lo esperado, estando cerca de tomar Moscú en agosto de 1941. Esto hubiera sido un golpe decisivo para derrotar a Stalin. Sin embargo, las fuerzas alemanas tenían un grave problema de abastecimiento de combustible, por lo que Hitler dividió sus fuerzas para conquistar los pozos petroleros rusos, retrasando su avance contra Moscú, lo que resultó en un error estratégico: los alemanes no pudieron conquistar Moscú ni los pozos petroleros del Cáucaso.
La reducción en la movilidad de los ejércitos alemán y japonés por falta de combustible y la falta de previsión para contar con abastecimiento seguro durante toda la guerra fueron las causas principales de su derrota frente a los Aliados en la Segunda Guerra.
En la tercera parte de esta serie comentaré sobre la importancia estratégica que cobró la producción de petróleo en el Golfo Pérsico, así como el cambio en balanza del poder, cuando los países árabes pusieron “en jaque” al mundo Occidental a partir de los 70. Termino con la predicción del primer ministro británico Lloyd George pronunciada en 1918, que resultó muy atinada en años posteriores: “La potencia que controle los territorios de Persia y Mesopotamia controlará la fuente de abastecimiento de petróleo en el futuro”.
Fuente: eleconomista.com.mx
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