Derrame de petróleo, noticias falsas y el sesgo cognitivo de confirmación

El 27 de marzo el diario El Espectador publicó una nota relacionada con algunas de las noticias falsas que están circulando alrededor del derrame de petróleo que ha ocurrido en el pozo La Lizama de Ecopetrol. La publicación señala tres de estas noticias, con amplia difusión en las redes sociales, pero que no son ciertas: un tigrillo, muerto supuestamente por el derrame del crudo, que en realidad fue atropellado por una camioneta, en una zona distinta. Peces muertos, que en realidad corresponden a Antioquia y no a Santander, sitio del derrame; presunto crudo circulando por los acueductos de la zona, que tampoco se ajustan a los hechos.

Lo que llama la atención no es la difusión de las noticias falsas, una tendencia cada vez más alarmante y señalada por líderes sociales y de opinión cada vez más preocupados también, debido al fenómeno. Lo llamativo es la reacción de los lectores ante la nota publicada, y reseñada anteriormente.  La mayoría de los comentarios en la cuenta de Facebook de El Espectador fueron airadas en contra del medio. He aquí algunos de ellas, con la redacción y la grafía tal como el usuario lo publicó —con los consiguientes errores ortográficos y de redacción— y sin mencionar los comentarios que contienen insultos con palabras de grueso calibre: “Triste El Espectador ahora resulta que las “noticas falsas” son la excusa perfecta para una No preocupación por el derrame petrolero, creo que la desinformación nace así, como ustedes lo están haciendo”. “Cuando un animal muere atropellado tiende a estrellarse por dentro y la sangre suele salir por los orificios corporales del individuo, cosa que no se aprecia en la imagen del tigrillo… ¿y si los mentirosos son otros?”. “Ah si, verdad que a los tigrillos les gusta el petróleo, así como los peces y los árboles de todos los ríos, como no. Esto es gravísimo!!! Cuantas cosas mas como esta deben pasar para darse cuenta que la mala explotación minera es un peligro para las fuentes hídricas”.

Como puede verse, a pesar de que la nota está advirtiendo de que existen noticias falsas alrededor de un hecho grave como el derrame de hidrocarburos en La Lizama, las personas no quieren admitir dicha falacia y, por el contrario, juzgan que esto es una cortina de humo. Este es el típico ejemplo de lo que en la psicología se define como sesgo cognitivo, es decir, un procesamiento distorsionado de la información social, evaluando como tendenciosa aquellas fuentes que van en contra del sistema de creencias de la persona.

Como lo han mostrado las investigaciones desde Kahneman y Tversky, así como las posteriores, estas formas sesgadas y tendenciosas de pensar buscan favorecer la imagen que la persona tiene de sí. En este caso, las personas que han escrito en contra de la nota se asumen a sí mismas preocupada por el medio ambiente y por eso están dispuestas a creer —aún en contra de la evidencia de los hechos— cualquier versión que acuse a la minería o la producción de hidrocarburos de grandes impactos ambientales. De hecho, este es un ejemplo fehaciente del llamado “sesgo cognitivo de confirmación”, en donde se acepta la información que confirme la creencia, y se ignoren los datos que la contradigan.

¿Qué hacer, entonces, ante el sesgo cognitivo y las noticias falsas? Si bien los medios y las empresas de tecnología tienen una gran responsabilidad, no menos es la que tienen las personas que prefieren consumir noticias de las redes sociales con sentido acrítico.  Una de las dificultades más grandes hoy es que las personas terminan sólo compartiendo y dialogando con los mismos usuarios y comunidades virtuales que piensan de manera similar. Incluso, el algoritmo de las redes sociales y canales digitales proporciona información a la medida de lo que el usuario solicita, con los términos de búsqueda que reflejan sus gustos, preferencias y sistemas de creencias, fortaleciendo así determinadas estructuras ideológicas.

En Colombia, en donde desde la constitución del 91 es un país plural, multiétnico, y de regiones, se está avanzando paradójicamente hacia la homogenización, hacia pensamientos únicos y excluyentes. Es hora de avanzar nuevamente a generar una actitud de reconocimiento y de apertura a la diferencia y al respeto. Si no, las falsas noticias terminarán convirtiéndonos en verdaderos idiotas.

Por Algemiro Vergara, consultor comunicación estratégicas Monodual.com