[vc_row][vc_column][vc_column_text]El páramo de Santurbán en el departamento de Santander se ha mantenido en alarma constante; y es que primero se realiazaron una serie de movilizaciones sociales contra la posibilidad de establecer minería de oro dentro del área protegida, estas actividades lograron la delimitación de la zona por parte del instituto Von Humboldt.
Sin embargo, quienes estuvieron detrás de la movilización que llevó a establecer los límites del páramo jamás pensaron que delimitar significó establecer hasta dónde llega la prohibición de la minería y desde dónde comienza la posibilidad de ejercerla.
Por lo expuesto anteriormente, resulta sorprendente que el páramo este de nuevo en alerta, en especial en municipios como Bucaramanga que ahora, bajo la batuta del alcalde, andan promoviendo la recolección de firmas para oponerse a cualquier tipo de minería por fuera de las áreas protegidas, en respuesta al anuncio hecho por el gobierno de que firmó un acuerdo con una empresa de los Emiratos para desarrollar un gran proyecto de minería.
También sorprende la reacción de la ciudadanía, ya que precisamente la delimitación de la zona permite decir desde dónde se prohíbe la minería y desde donde se permite.
El acuerdo con los árabes es precisamente por debajo de la cota establecida.
Sorprende también porque como lo han dicho los mismos ambientalistas que se oponen a esta iniciativa extranjera, en ese páramo y en muchos otros, sigue existiendo minería ilegal, esa en la que utilizan mercurio y otros metales altamente contaminantes, mientras en un proyecto como el mencionado no se utilizan metales pesados para separar el oro, lo que supone un grado menor de contaminación.
Finalmente, sorprende la oposición al proyecto porque no ha salido la licencia ambiental, que muchas personas asumen que es una vía libre al deterioro ambiental cuando, precisamente, la licencia es para establecer los requisitos de protección ambiental, que cabe destacar solo se le aplican a la minería legal, porque requiere de permisos y es supervisada.
Mientras que la minería ilegal, es esa que contamina a diestra y siniestra, en páramos y ecosistemas protegidos y frágiles como los del Chocó, porque no se rige por mandatos legales, ni licencias, y mucho menos se somete a consultas populares. La minería ilegal, no solo contamina de manera desaforada las aguas, sino que deja deteriorados los suelos sin ningún tipo de reparación o reconstrucción del daño.
Por eso, lo que más sorprende en este asunto del páramo es que esa minería ilegal, es alcahueteada por la ciudadanía que rodea los sitios donde se encuentra, allí existe la ley del silencio, alcaldes y familias participan de las utilidades de ese negocio, grupos armados lo protegen y sus dueños pasan por las mismas narices de la policía y el ejército llevando dragas, bombas y retros para acabar con los ríos en sitios prácticamente públicos, esos que todo el mundo conoce, pero nadie denuncia.
Esa es la minería que debería prohibirse, esa que no paga regalías, que tiene como esclavos a los mineros, que trabajan a destajo, sin ninguna seguridad social, ni garantías. La otra, la controlada, la de las grandes firmas, puede por supuesto traer algunos daños, pues no hay actividad humana que no lo haga, pero su obligación es repararlos. Esa minería legal deja regalías, debe pagar justamente a sus trabajadores y es vigilada por todo el mundo. Esa minería legal es la que debe existir, la otra es el cáncer que está acabando no solo con Santurbán, sino con miles de ecosistemas en el país.
Por: Margarita Londoño
Fuente: las2orillas.co[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]
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