Foto: Dennis M. Rivera Pichardo
A diez meses del huracán María, Adjuntas sigue quedándose sin electricidad cada vez que las fuertes lluvias o el viento sacuden el frágil tendido eléctrico que alimenta a esta localidad en lo alto de las montañas del centro de Puerto Rico.
Cuando esto ocurre, sus 20.000 habitantes se quedan de nuevo a oscuras, sin luz, agua fresca o aire acondicionado, a excepción de un puñado que casas y negocios que se iluminan en la noche gracias a la energía solar.
Los residentes de Adjuntas llaman a estos lugares «cucubanos», como un tipo de luciérnaga propia del país. Forman parte de un pequeño movimiento en auge que busca proporcionar al territorio estadounidense una energía sostenible y renovable independiente de su decrépita red eléctrica.
Varias ferreterías, barberías y ultramarinos de todo el país están adaptándose a la energía solar, intentando alejarse de la empresa eléctrica estatal, que sigue dependiendo en gran medida de la importación de petróleo. La cifra es todavía baja _ apenas docenas o cientos frente a millones de usuarios de sistema convencional_ pero autoridades del sector y ambientalistas están siguiendo de cerca el proceso como una prueba para ver si Puerto Rico puede hacer un cambio a gran escala hacia las energías renovables.
En la actualidad, las renovables representan el 4% de la generación de electricidad de la empresa estatal boricua, frente a la media nacional estadounidense del 15%, por lo que es probable que pasen varios años antes de que la energía solar suponga una parte importante de la electricidad en la isla.
Pese a esto, «Puerto Rico puede ser un taller experimental para la energía solar y eólica”, dijo Darren Soto, representante demócrata por Florida, en una sesión del Congreso el miércoles.
Mientras Adjuntas está salpicada de islas de energía solar, una comunidad de 12 viviendas en la localidad montañosa de Las Piedras, que sigue sin electricidad central, funciona exclusivamente con la energía solar proporcionada por Tesla, el fabricante de autos eléctricos de alta gama, entre otros productos. La empresa instaló 160 paneles solares en un terreno propiedad de un vecino, José Santana.
Santana, un técnico en electrónica, está encantando con la aplicación de su celular que le permite monitorear las baterías Tesla cargadas con la energía del. El gobierno debería considerar pasarse a la energía solar y dejar la “arcaica” red eléctrica actual, dijo.
«Esto nos puede sacar del atolladero donde estamos”, señaló. “Tener una visión futura no le hace mal a nadie. Es momento ya de empezar a hacer cambios”
Como en Las Piedras, algunos usuarios de energía solar dependen de las empresas y ONG que donan los costosos equipos. Otros están tan desesperados por los continuos apagones que se costean ellos mismos la instalación de los sistemas.
«Yo soy músico, tengo una orquestra de salsa. Yo no sé nada de electricidad”, apuntó Félix Torres, quien recientemente instaló nueve paneles solares en el tejado de su casa, en una montaña en la ciudad oriental de Caguas. «Estaba con medio a electrocutarme y dañar el equipo de miles de dólares (…) Deberíamos no depender tanto del gobierno. Ya tienen el plato lleno”.
Torres y casi dos docenas de personas más participaron recientemente en un taller de tres días para conocer los costos y la vida útil de los sistemas solares, los equipos necesarios y las precauciones que deben tener en cuenta. El galope de los caballos interrumpió su charla mientras el sol se ponía en unas colinas que recuperaron la electricidad hace varios meses.
Muchos de los asistentes sacaron sus facturas eléctricas además de bolígrafos y cuadernos mientras hacían comparaciones y compartían sus frustraciones. Entre los presentes estaba José Barreto, quien instaló un sistema improvisado en su casa en la localidad montañera de Guavate.
«Eso no ha colapsado por la misericordia de Dios», explicó refunfuñando porque su esposa insiste en lavar y planchar por la noche, lo que acaba con la preciada vida de las baterías. “Yo le digo, mire, esto es un estilo de vida que hay que trabajarlo de día”.
Unos pocos cientos de puertorriqueños todavía no recuperaron la electricidad desde el paso del huracán María el 20 de septiembre, y millones sufren apagones periódicos. Los operarios están intentando reforzar la inestable red en plena temporada de huracanes. Cuando los restos de la tormenta tropical Beryl pasaron por la isla a principios de julio, hasta 47.000 clientes se quedaron sin luz, aunque la mayor parte del servicio se restableció en el mismo día.
En Las Piedras, Blanca Martínez, una conductora de autobuses escolares retirada que está casada con Santana, comenzó a llorar al describir la alegría que le supone tener una vivienda con electricidad solar.
«Es algo que es a veces difícil de explicar», manifestó. «Cuando uno es más necesitado, más angustiado, viene esto y tienes luz sin preocuparte que si se cayó un cable”.
Otra empresa, la alemana sonnen, ayudó a donar e instalar al menos 15 microrredes solares en toda la isla para alimentar lavanderías, escuelas, centros comunitarios y clínicas médicas.
Según Adam Gentner, el director de desarrollo empresarial y expansión en Latinoamérica de la compañía, el objetivo es crear un sistema resistente que pueda operar con independencia de las condiciones climatológicas.
Esta semana, Siemens publicó un reporte en el que contempla la creación de 10 minirredes en Puerto Rico que dependerían de energías renovables. Al contrario de las microrredes, las minirredes son más grandes y pueden usar la red de distribución actual, dijeron funcionarios.
En Adjuntas, la ONG medioambiental Casa Pueblo instaló sistemas solares en dos ferreterías, una barbería y varias tiendas más pequeñas. Los activistas esperan que sirvan como un oasis de electricidad donde la gente pueda cargar sus celulares o almacenar sus medicamentos si fuese necesario durante una tormenta. En los próximos meses, unas 30 viviendas se sumarán al proyecto.
Wilfredo Pérez dijo que ahora, gracias al nuevo sistema, puede abrir su barbería 11 horas al día y seis días a la semana.
«Desde que se instaló, no me ha fallado», comentó añadiendo que no había tenido que pasarse a la electricidad convencional. «La luz de Puerto Rico no sirve».
Las autoridades federales están cada vez más preocupadas por la inestabilidad en la Autoridad de Energía Eléctrica de Puerto Rico, que ha tenido cinco directores desde el huracán María. Un comité de la Cámara de Representantes de Estados Unidos celebró el miércoles una sesión para abordar los problemas de la empresa pública.
Los funcionarios hicieron hincapié en la necesidad de despolitizar la empresa, crear un regulador independiente y saldar su deuda pública de 9.000 millones de dólares mientras se prepara para privatizar la generación de electricidad y dar concesiones para su transmisión y distribución.
Nada de eso preocupa a Arturo Massol, director adjunto de Casa Pueblo en Adjuntas.
«Que hagan lo que quieran allá», dijo «Nosotros estamos tomando control de nuestro destino energético».
Fuente: elnuevoherald.com
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