Las flechas marcan la ruta de evacuación por las zigzagueantes vías de Zaruma. Están pegadas sobre los rótulos que dan nombre a las principales calles del centro histórico.
Han pasado 26 de los 60 días del estado de excepción, y en las últimas semanas los zarumeños están más atentos a las señales que recorren esta urbe colonial. Algunas advierten el peligro cerca del socavón, que obligó a derrocar la centenaria Escuela La Inmaculada. Otras forman grietas en los inmuebles y sobre el asfalto, debido a la extracción ilegal de oro bajo el casco urbano.
En escuelas y agencias bancarias, en reuniones barriales o en ferias ciudadanas, los habitantes de esta ciudad del sureste de El Oro repasan las medidas de autoprotección y evacuación que deberían aplicar ante posibles emergencias.
Según el alcalde, Jhansy López, Zaruma cuenta con 10 sitios seguros, seis puntos de encuentro -con capacidad para
4 000 personas cada uno- y tres sitios que pueden convertirse en albergues. Hay personal entrenado específicamente en evacuaciones, y se ajustan planes comunitarios para definir nuevos puntos de encuentro más cerca de los barrios.
Esos datos son parte de los planes de contingencia y evacuación, actualizados a inicios de este año por la Secretaría de Gestión de Riesgos. La entidad calcula que 3 500 zarumeños (el cantón tiene 24 100 habitantes) han recibido charlas de capacitación, como parte de las acciones gubernamentales para mitigar los daños generados por la minería ilegal.
Leonardo Espinoza, subsecretario de Gestión de Riesgos, explicó a medios locales que ayudan a las personas a identificar signos. “No es como un sismo, que puede causar gran afectación. Esto va dando señales de lo que puede suceder: las calles, las paredes, las casas. La gente debe estar tranquila y seguir las capacitaciones”.
Parte de esas señales, generadas por la explotación minera, sirvieron a esta Secretaría para hacer estudios del subsuelo desde el 2015. En ese año se emitió una declaratoria de riesgo para la ciudad, pero mucho antes ya había síntomas.
En el 2001, un estudio de la Universidad Central detectó hundimientos en calles del centro, el coliseo, un colegio y el canchón municipal, por la labor minera indiscriminada.
Así consta en la declaratoria de situación de emergencia en la zona aledaña a La Inmaculada, de marzo de este año. Un mes antes, Gestión de Riesgos analizó 107 hectáreas del centro de Zaruma, donde identificó al menos 13 galerías mineras a poca profundidad.
“De lo que entendemos, Zaruma es casi como un queso gruyer, para ejemplificarlo. Eso, obviamente, va a requerir tomar precauciones”, resume la secretaria de Gestión de Riesgos, Alexandra Ocles.
En dos meses, la entidad espera terminar los estudios geoespaciales, más específicos y más amplios que los hasta ahora ejecutados. El objetivo es no solo ubicar con exactitud las galerías bajo la ciudad, sino que además aporten a medir niveles de riesgo por sectores: bajo, medio y alto.
Para John Game, delegado del Ministerio del Interior, lo que sucedió con la Escuela La Inmaculada es el punto cero. Y cree que el plan que se estructuró para su demolición bien podría acoplarse en otras intervenciones, mientras se ejecutan los dos decretos presidenciales para Zaruma.
Ese plan incluyó acompañamiento psicológico, un operativo de seguridad, georreferenciación de las viviendas aledañas al socavón, análisis de las vulnerabilidades, identificando adultos mayores, niños, personas con discapacidad,
embarazadas; un cronograma de desocupación temporal por prevención y la entrega de bonos de USD 250 por dos meses.
El derrocamiento finalizó hace una semana. El Ministerio de Vivienda inspeccionó las casas antes del retorno de las familias y, por ahora, solo seis de las 76 evacuadas no podrán volver hasta que finalice el relleno del cono de colapso.
Ese trabajo está a cargo del Instituto Nacional de Investigación Geológico Minero Metalúrgico. Empezó el jueves y se espera concluir en 20 días.
“Es importante pensar qué obra se podría hacer en ese lugar. Se perdió un símbolo de la ciudad, pero es necesario ver hacia delante”, dice Game.
Bajo tierra, la actividad continúa suspendida en 44 áreas mineras del distrito Portovelo-Zaruma. En la superficie, la prevención se intensifica.
Los alumnos de La Inmaculada, que asisten a clases junto a una iglesia, aprenden a detectar riesgos y cómo protegerse. Ahora, un extenso terreno arcilloso es el recuerdo que dejó la antigua escuela donde estudiaron hasta el año pasado.
Fuente: mineriaenlinea.com
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