Colombia: infraestructura como un generador de equidad social y desarrollo

La prosperidad de los habitantes de una región depende directamente de la competitividad y productividad de las empresas que allí se ubican.

En el mundo de hoy, las regiones compiten por ser cada vez más atractivas para el sector empresarial por medio de la creación de un ambiente de negocios adecuado, que garantice la productividad de las empresas que ya existen en la región y promueva tanto el emprendimiento local, como la llegada de nuevas empresas provenientes de otras regiones y países.

El vínculo de la competitividad con la prosperidad se da entonces precisamente en la creación de valor de las empresas, las cuales generan a su alrededor una dinámica económica positiva que se refleja en mayores oportunidades y una mejor calidad de vida para las personas, que van a tener acceso a educación y múltiples servicios de calidad.

La conectividad que genera la infraestructura le abre espacio en la economía, a poblaciones que estaban aisladas o con conexiones de muy baja calidad.

Sin duda la infraestructura es el vehículo de las oportunidades para los habitantes de las regiones en donde se están desarrollando los proyectos.

El programa de inversión en Infraestructura cubre alrededor de 7.000 km de vías en el país y representa una inversión de COP$47 billones en los próximos 4 años.

Se calcula que estas inversiones, generarán un incremento en el PIB de 1.5 % durante el periodo de construcción y en 1 % una vez los proyectos entren a etapa de operación. En el largo plazo se espera una reducción del desempleo del 1 %.

Las inversiones que se están adelantando en puertos, aeropuertos, ferrocarriles y navegación del río Magdalena, permiten pensar a futuro en la integración de las regiones a través del transporte multimodal que consolide unos corredores de carga eficientes que contribuyan de manera sustancial a la competitividad y profundización de los clústeres regionales a la vez que amplían su rango de influencia.

El impacto de la inversión en infraestructura va más allá de la disminución de los costos del transporte y la dinamización de la economía, principalmente cuando esta puede apalancar y viabilizar la inversión social y las políticas complementarias que den estímulos para que la academia y los servicios se instalen en las subregiones, evitando la migración de sus habitantes a las grandes ciudades, brindando oportunidades de desarrollo integral a nivel local.

El reto consiste en articular todas estas iniciativas haciéndolas coincidir en plazos de ejecución para lograr el mayor impacto y beneficio posible, orientando al país hacia la disminución de la brecha social existente, generando equidad al llevar oportunidades de calidad a todos los rincones del territorio nacional.

La sombra de duda que en los últimos tiempos recae sobre el sector de infraestructura no puede opacar su impacto positivo, pues si bien hay múltiples aspectos por mejorar, no se pude desconocer que continúa constituyendo el principal motor de desarrollo de nuestro país.

Fuente: www.elcolombiano.com